“Cuanto más gruesa es la armadura más frágil es el ser humano que la habita”
R Fisher
El miedo, esa emoción primaria que nos protege y nos cuida. Esa emoción que en si misma es tan necesaria como peligrosa. Esa emoción que nos avisa de los peligros para que podemos reorientar el rumbo y no dejar los dientes en el suelo una vez más.
Cada cual la afrontará desde su constitución personal, vata tiende a huir, pitta sin duda busca el conflicto y kapha quedará paralizado. Ninguna estrategia es mejor que otra. Pero lo que esta claro es que no podemos encariñarnos con él. El miedo es como el perro que acompaña al arcano del loco avisándole del peligro que tiene su salto al vacío. Esta bien escucharlo para recalcular el salto, pero antes o después tendrás que saltar. No puedes sentarte al borde del precipicio y adoptarlo como animal de compañía. Si lo alimentas, crecerá hasta devorante.
Ninguna emoción es tan destructiva como el miedo, lo que en un primer momento protege, acaba penetrando en los huesos y consumiéndote como una alimaña silenciosa. Y cuanto más miedo más desequilibrio y la enfermedad tanto física como mental.
Vivimos tiempos extraños donde el miedo campa a sus anchas, es grande y está por todas partes, la prensa escupe miedo, las redes escupen miedo, las tertulias escupen miedo, chantajes, desprecios, culpables… y el aire se estanca impregnado de tanto miedo. Y cuanto más altos son los muros y cuanto más grueso es el yelmo más grande es el miedo y más débil el humano y la humanidad. ¿Lo habías pensado? Te dejo alguna pregunta por si te apetece reflexionar.
¿A qué tienes miedo?
¿Desde cuando lo tienes?
¿Estás actuando movido por él?
¿Has adoptado al perrito? ¿Cuánto ha crecido?
Y tú ¿Creciste o cada día te sientes más pequeño?
El primer paso es tomar conciencia de como te esta afectando la situación y de tu relación con el miedo. Si quieres que te acompañe en el salto ponte en contacto conmigo.