Expectativas y aprendizajes
Me he ido a la otra punta del mundo para estar con los caballos de la estepa, y al llegar me he dado cuenta que ellos no querían estar conmigo, ni con nadie de mi especie.
Me he ido a conocer al animal salvaje, y me encontré con lo que tantas veces he visto aquí: la fusta, el hierro y el golpe. Que nada tienen de salvaje y sí mucho de civilizador.
Y si lo que me une a alguien es una cadena, no lo quiero.
Y si el estar juntos es mediante el miedo, no me interesa.
Me he ido muchas veces para ver saltar mis expectativas por los aires.
Que duro y que bonito es por fin soltarlas, que liberador abrir la mano y dejar caer el clavo ardiendo al que te aferrabas. Entonces, y solo entonces, llega el regalo, ya libres se convierten en fuego artificial que estalla en el cielo nocturno, iluminando tus sombras y también tu núcleo duro. Ese, que siempre queda inmutable.
Ese, que me demuestra a diario que la caricia todo puede. Que la vida ya nos trae bastantes golpes de gratis para que nosotros le añadamos más. Por la fuerza se pueden conseguir muchas cosas, por supuesto, incluso en ocasiones puede ser necesaria, pero a mi las victorias militares no me interesan. Es una vía agotadora, mantener algo así es un esfuerzo constante, una guerra fría en la que no te puedes relajar y poco a poco va drenado tu energía porque a la mínima, esa parte de ti mismo o del otro que tienes encadenada se va a revelar.
La caricia, la escucha, la empatía, el respeto…hacia nosotros mismos y el resto… realmente las cosas son mucho más fáciles de lo que pensamos y hacemos.
Y esto no va a caballos, ellos son mi inspiración, esto va de mirar dentro y ver a que ideas nos enganchamos, que parte de la realidad nos negamos a aceptar, cuáles son nuestros valores.
¿Dónde están tus cadenas?
¿Qué mantienes a la fuerza?
¿Quién lleva las riendas de tu vida?