Se ha definido la meditación de muchas formas distintas, y cada corriente o persona le puede dar un punto de vista diferente. No es mi intención hacer una definición de algo tan profundo como la meditación y sus múltiples beneficios, pero si me gustaría explicar cuál es para mí su esencia.
Lejos de la complicación, que muchas veces nos puede parecer que acompaña a esta práctica y de forma independiente a filosofías o técnicas concretas, meditar es simplemente calmar la mente y apaciguar el torbellino que de forma constante bulle en nuestra cabeza con pensamientos, emociones, resentimientos, ilusiones, imágenes… y nos impide ver con claridad.
Meditar es un estado de la mente y un cambio de conciencia. Como si fuésemos un espectador de nosotros mismos, podemos observar «desde fuera» todo ese barullo mental que domina nuestro día a día haciéndonos conscientes de él, pero sin identificarnos con todas estas ideas o sentimientos, sin juzgarlos ni intervenir, simplemente dejándolos fluir. Ayurveda nos explica que es una forma de experimentar nuestra vida y por lo tanto una manera diferente de enfocarla, desde la calma y la serenidad.
Los antiguos se valían de cuentos y metáforas para transmitir sus conocimientos, por el poder que tienen para captar nuestra atención, conectar con nuestro ser y hacer sencillo lo que de otra forma puede resulta complejo. Los antiguos sabios, comparaban la mente con un lago, donde constantemente el agua esta agitada y por lo tanto llena de barro y partículas que flotan y se mueven en toda la superficie. ¿Pero, qué sucedería si dejásemos reposar el agua? El barro iría hundiéndose en el fondo y el agua que en un primer momento esta turbia y oscura poco a poco va apareciendo clara y transparente.
Esto mismo, es lo que ocurre con nosotros cuando nos sentamos a meditar, relajando nuestra respiración y prestándole atención a nuestro ser. Todo el torbellino de actividad física y mental que inunda de formas constante nuestro día a día, como al agua embarrada, va apaciguándose y poco a poco nuestra conciencia aparece clara como un lago en calma, nítido y transparente.
El barro de nuestros problemas, reflexiones, sentimientos, anhelos… no va a desaparecer de un día para otro, pero al menos ya no está enturbiando y oscureciendo nuestra mente, sino que se deposita en el fondo, para que la semilla del loto, símbolo de la sabiduría, pueda echar raíces y crecer hasta la superficie.